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En 1834 el Gobierno decidió subdividir la Provincia de Santiago y creó el Departamento de la Victoria, llamado así por el triunfo patriota en Maipú. Su capital fue la recién creada villa de San Bernardo, donde residió el gobernador, y delimitaba al norte con el Departamento de Santiago, al sur con el de Rancagua, al poniente con Melipilla y al oriente con la cordillera de los Andes.


A partir de 1875, el Departamento de la Victoria se dividió en 17 subdelegaciones, entre ellas, Calera y Tango.


Finalizada la Revolución de 1891, el presidente Jorge Montt firmó el proyecto de ley sobre organización y atribuciones de las municipalidades de Chile, conocido como Ley de la Comuna Autónoma, que desde 1888 impulsaba en el Congreso Manuel José Irarrázaval, y que dio a los municipios total independencia del Ejecutivo, con facultades más amplias que las que tuvieron las gobernaciones (Boletín de Leyes i Decretos del Gobierno. Santiago, diciembre de 1891).


Los municipios entonces asumieron roles fundamentales en la higiene pública y el estado sanitario de sus vecinos; en el cuidado de un cuerpo policial; el ornato y recreo; la realización y mantención de los caminos y obras públicas; el cuidado por la moralidad, la seguridad y el orden; la promoción de la agricultura, la industria y el comercio; la responsabilidad por las escuelas primarias y los establecimientos de educación en general, y se hicieron cargo de la administración de los hospitales y demás establecimientos de beneficencia.


El 22 de diciembre de 1891, complementando la dictación de la ley, se crearon 195 nuevos municipios en el país. A Calera de Tango correspondió el N° 74 y se le determinó un territorio que incluía la séptima y octava subdelegación, Calera y Tango, respectivamente. Los límites, fijados desde la creación del Departamento de la Victoria, se adecuaron específicamente a los que habían tenido las dos propiedades fundacionales de la comuna: las haciendas de La Calera y San Agustín de Tango.


A partir de ese mismo año, el Departamento de la Victoria, perteneciente a la provincia de Santiago, quedó constituido por cinco municipios: Peñaflor, Talagante, Calera de Tango, San José de Maipo y Lo Cañas, que aumentaron a siete en 1895, cuando se sumaron los de Puente Alto y La Granja.


Tres años más tarde del nacimiento de la comuna, en 1894, se nombró como primer alcalde de Calera de Tango a Pedro Ruiz-Tagle García-Huidobro, quien ejerció el cargo hasta 1915.


En 1895 los mayores propietarios de la subdelegación de La Calera eran: Belisario Torres, en Santa Teresa de Lonquén; Adolfo Fernández Jara, en Santo Domingo de Lonquén; Francisco José Ruiz-Tagle, en Sorrento; Claudio Vicuña, en El Oliveto; Carmen Ruiz Tagle-de Mena, en La Ce; Pedro Ruiz-Tagle, en El Recuerdo; Concepción Ruiz-Tagle de Portales, en Santo Domingo; Enrique Santelices, en Santa Ana; Diego Cañas Ovalle, en El Peñón; Tomás Skinner, en La Cruz; Jorge Gandarillas, en Santa Clorinda; Salvador Izquierdo, en Santa Inés; Joaquín Ruiz-Tagle Larraín, en La Calera; Macario Ossa, en El Carmen, y Daniel Santelices, en Catemito. En la subdelegación de San Agustín, los mayores propietarios eran: Herbert H. Jones, en La Polvera; José María Eyzaguirre, en San José; Enriqueta Jara de Fernández, en San Agustín; Nicolás Albano, en San Ignacio de Tango; Francisco Bahamondes, en Tanguito, y Ladislao Charlín, en La Ermita.
No había más de 380 habitantes concentrados en el sector de Los Bajos; el resto de la población se encontraba dispersa en un centenar de fundos, desde el faldeo sur del cerro Chena hasta el cerro de Lonquén.


Había dos escuelas públicas, una en Los Bajos y otra en San Agustín, y dos industrias: la Fábrica de Pólvora, del inglés Herbert H. Jones, y la Fábrica Nacional de Leche, de Adolfo Fernández y Enrique Taulis, en San Agustín de Tango, con un taller anexo de hojalatería y carpintería para fabricar los tarros y cajones de envase.


El Criadero de Santa Inés estaba recién iniciándose. En marzo de 1902, por Decreto Supremo del Ministerio del Interior, se creó la villa de Los Bajos de San Agustín, y en 1939 fue definido como sector urbano, con límites concretos. Durante el Gobierno de Carlos Ibáñez del Campo, a través del Decreto Nº 116 del 20 de enero de 1930, la comuna fue suprimida y su territorio absorbido por las vecinas comunas de Peñaflor, San Bernardo y Talagante.


En 1937 Joaquín Irarrázaval Larraín, dueño de San Miguel de Tango, a petición de la familia Ruiz-Tagle, hizo las gestiones ante el Congreso para que Calera de Tango volviera a ser comuna.


Aunque Talagante se quedó con la parte del sector de La Ce y el límite sur quedó fijado en el camino Loreto, el 11 de enero de 1937 Calera de Tango volvió a ser comuna.


El primer alcalde de este nuevo período fue Fernando Infante Infante, propietario del fundo Santa Filomena de Tango.


La sede de la municipalidad en sus orígenes se encontraba en la parte antigua de Calera, cerca del convento de los jesuitas.


Posteriormente se trasladó frente al Estadio Municipal, en el cruce del camino El Sauce con el camino Lonquén, donde funcionó desde 1957.


En 1966 se trasladó a su actual ubicación en la Avenida Calera de Tango, donde estaban las oficinas de administración y bodegas de la ex fábrica de pólvora.


En cuanto a la población, los datos del censo de 1885 registran los primeros poblados en el sector: La Calera, clasificado como villorrio con 679 habitantes; y Tango y Los Bajos, con 391 y 640 habitantes, respectivamente.


En el censo de 1895 aparecen los mismos poblados con similar clasificación de villorrios, pero esta vez con una población de 1.907 habitantes, lo que refleja un aumento del 11% con respecto a la medición anterior.
Los datos de 1909 registran un total de 5.289 habitantes en la comuna, y en el censo de 1920, toda la población de Calera de Tango es considerada rural, con una población de 6.498 habitantes.
Con respecto a la conectividad, en los primeros tiempos sólo funcionaron carretas desde la actual comuna de Padre Hurtado, antiguamente conocida como Marruecos.
El camino Lonquén, que se inundaba constantemente con la subida del río, se pavimentó recién en 1986. Hacia San Bernardo circulaban victorias, breques y otros vehículos parecidos.
Desde 1900 en adelante, la línea férrea para carros de sangre desde la estación de Nos hasta las casas del fundo Santa Inés, construida originalmente para transportar trabajadores y frutas, empezó a trasladar público general.


Se habilitó una extensión hasta la fábrica de pólvora y hasta 1937 el servicio siguió operando. Alrededor de 1930, José Miguel Arredondo, “el Huaso”, y su mujer Cantalicia, introdujeron las primeras góndolas que ofrecieron el trayecto Calera de Tango-San Bernardo.


Por la dirección Lonquén Santiago pasaban las micros “República”, del empresario Rogelio Solar, y empezaron después a circular las Isla de Maipo-Santiago.


En el año 1958 se quedaron sin recorrido, por lo que el alcalde Erasmo Valenzuela Alfaro tuvo que hacer campaña para conseguir los buses de la Empresa de Transportes Colectivos del Estado, y concentrarse en consolidar las redes de transporte público de la comuna.


Terminando el siglo XIX, los Hermanos de La Salle instalaron en estas dependencias la primera escuela formal del sector, denominada San Ignacio, emplazada en el lugar que antiguamente era ocupado por el patio de los negros o de servicios de la hacienda.


A partir de 1908, fue el propio presbítero Joaquín Ruiz-Tagle quien sostuvo dicho establecimiento, y al momento de su muerte, al legar la propiedad a los padres jesuitas, estipuló la obligación de mantenerla como escuela de instrucción primaria.


Los nuevos residentes cumplieron su voluntad y la trasladaron a la casa que se encontraba frente a la capilla. Más adelante la restablecieron en los altos de la casona del antiguo convento, donde en 1921 estuvo a cargo la profesora Carmen Soto, quien empleaba el método de dar clases a niños y niñas por separado en dos jornadas, junto con la instrucción de la asistencia a misa los domingos.
Entrado el siglo XX, la mayoría de las escuelas estaban ubicadas en los grandes fundos. Los propietarios proporcionaban el terreno y el edificio, mientras que el Ministerio de Educación nombraba a los profesores y directores, que vivían en los mismos recintos. A ellas asistían los hijos de los inquilinos y trabajadores del campo correspondiente, y los cursos llegaban solamente hasta 4° Básico. Las escuelas de los fundos eran: San Agustín o Escuela Nº 18, Santa Inés o Escuela Nº 21 y San Ignacio o Escuela Nº 23.


Existían también dos escuelas de propiedad fiscal; la Escuela de Los Bajos o Nº 20 y Escuela de La Calera o Nº 22; y dos particulares subvencionadas; la Escuela Rapa Nui en Lo Ermita y la de los jesuitas o Escuela Nº 8. Solamente ésta última, además de los establecimientos de Los Bajos y Calera de Tango, llegaban hasta 6° Básico.


La Escuela Nº 8 de los jesuitas tiene su origen en 1927, cuando la municipalidad de Calera de Tango quiso impulsar la creación de un establecimiento fiscal en las cercanías de lo que eran sus recintos administrativos, en el sector del camino de El Sauce. Al no contar con un lugar donde emplazarla, solicitó a los padres jesuitas ocupar sus dependencias. Se firmó un acuerdo entre el rector del Colegio San Ignacio de Santiago, padre Luis Canudas, y el alcalde de Calera de Tango de ese entonces, Carlos Ruiz-Tagle, y el recinto funcionó con algunas obligaciones impuestas por los religiosos, hasta 1936.


La misión educativa llegó nuevamente a este lugar en 1953, por iniciativa de la señora Melesia Osorio, cuyo empeño en enseñar a leer y escribir a sus hijas fue conocido por el Provincial padre Pedro Alvarado, que acogió con gran entusiasmo el reabrir nuevamente la escuela para la enseñanza y adoctrinamiento de los vecinos. Si bien la Escuela N° 8 San Ignacio de Calera de Tango partió inicialmente con un solo curso, con el paso del tiempo fue incrementando su alumnado, el que perdura hasta el día de hoy al alero del Movimiento de Educación Popular e Integral y de Promoción Social Fe y Alegría, de la red educacional jesuita.


Después de la Reforma Agraria, todas las propiedades escolares, tanto terrenos como inmuebles que estaban al interior de los fundos expropiados, pasaron al Ministerio de Educación; también lo hicieron algunas escuelas pertenecientes a fundos no expropiados a través de donaciones que hicieron sus dueños. Luego de la municipalización de la educación de los años 80, las escuelas empezaron a depender de la administración edilicia.


En 1982 muchas se fusionaron y cambiaron de nombre; otras desaparecieron, como las de San Agustín y Rapa Nui.


Actualmente, la comuna cuenta con un total de 1.910 matrículas, tanto de educación básica como media, correspondientes a educación municipal; y un total de 3.052 matriculas, de educación básica y media, correspondientes a educación particular.

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